A medio sol de marzo, en esta casa triste, en las tardes perdidas de viernes sin sorpresa, se presagia tu sombra en los espejos y es tu voz quien recorre los pasillos -de mi cuarto al salón, del salón a la calle y a mi cuarto- y eres tú quien existe y yo quien se adivina.
En esta casa triste, de paredes albinas y venas transitables, ha aparecido muerto tu zapato -naufrago del uso- sobre el terrazo frío de mi estancia.
Sueño con serpientes, serpientes de lenguas bífidas acariciando mis pezones, sueño con un cómplice, mecenas sexual de mis deseos, sueño contigo Ángel y te deseo.
Encuentro nocturno con un perverso que se apodera, que me posee, robando mis besos y mis suspiros, haciéndome anhelar momentos disfrutados, vividos, conocidos, aun sin el tacto de tu piel.
Mi sexo está mojado y aromático, dime ¿lo sientes? Te corres sobre él para mezclar nuestros sabores y esencias.
Me lames, te chupo, describiendo promesas con mi lengua, asomando sueños húmedos en los labios, descubriendo caricias en tu piel mojada.
Mojada de sudor, de cariño, de perlitas luminosas de tus alas de plata derretidas, fundidas por mi calor.
Impedido de volar hacia otros rumbos, contento estás de fundirte en mi sexo. Paraíso terrenal de tu delirio. Delirante y terrenal, pero vivido.
De un tiempo a esta parte brotan las palabras que no supe decir Surgen de mi mente en forma de frases y van haciendo surcos en mis grietas para salir hacia ti como un rio que va al mar
De un tiempo a esta parte te llevo en mi boca en mi vista y en mi pensamiento como si recrearte fuera la única manera de dar un paso luego de otro y seguir andando