A medio sol de marzo, en esta casa triste, en las tardes perdidas de viernes sin sorpresa, se presagia tu sombra en los espejos y es tu voz quien recorre los pasillos -de mi cuarto al salón, del salón a la calle y a mi cuarto- y eres tú quien existe y yo quien se adivina.
En esta casa triste, de paredes albinas y venas transitables, ha aparecido muerto tu zapato -naufrago del uso- sobre el terrazo frío de mi estancia.
1 comentario:
Anónimo
dijo...
poemas para cuando se tiene frío y reconfortan las lágrimas. Gracias
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poemas para cuando se tiene frío y reconfortan las lágrimas. Gracias
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