
Octubre tuvo siempre mi muerte preparada.
Tuvo siempre el poder de echarme encima errores,
de escupirme a la cara que camino despacio.
Octubre, como siempre, me contagió las lluvias,
me cortaba, el teléfono, las alas…
Redujo a puro tiempo el vuelo de las nubes.
Asesinó a los pájaros
y perpetró la huelga de semáforos y luces,
el hábito de objetos y costumbres pasadas.
Octubre estuvo siempre manchado de alquitrán.
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